La mayoría de nosotros deseamos un mundo
mejor. Pero, ¿Qué estamos haciendo para que así sea?
Soy consciente de que el primer paso es
responsabilizarnos de nuestra contribución, cada uno
de nosotros tiene un propósito sagrado y debemos
hacernos conscientes de él.
El primer problema es que nos saboteamos el logro
de nuestros objetivos, por nuestros pensamientos de
escasez. El sentir envidia por lo que tienen los demás,
el pensar que la vida es buena sólo para unos pocos,
nos llena de inseguridad y temor. Esto explica los
datos estadísticos de la OMS, “300 millones de personas
en el mundo sufren de depresión y más de 260 millones
tienen trastornos de ansiedad”. Siendo la depresión la
principal causa de problemas de salud y discapacidad
en el mundo.
La desigualdad, aunque cueste creerlo, se origina
en nuestro interior, aunque hay una serie de factores
que influyen en los niveles de pobreza. Debemos
empezar a creer que es posible hacer contacto con
la prosperidad, indiferentemente de las condiciones
en las que nos encontremos.